El modelo On-premise nunca muere: por qué es bueno combinarlo con Cloud
Las tecnologías de la nube han emergido en el panorama empresarial a lo largo de los últimos años con gran fuerza. Los entornos Cloud representan una especie de futuro al alcance de la mano por el que miles de compañías ya apuestan en su ansiada búsqueda de la competitividad operativa y el ahorro de costes. Sus potencialidades permiten romper barreras hasta hace poco quiméricas: máxima agilidad, actualización continua, acceso remoto desde cualquier parte del mundo y una amalgama ilimitada de factores escalables que no ocupan espacio físico ni tangible.
No obstante, no todo lo que rodea a la nube son ventajas. Uno de sus principales inconvenientes emana precisamente de esa ausencia de marcos para delimitar lo que se puede o no hacer. Dicho de otro modo: son tantas las posibilidades que ofrece, que la idea de sacarle un óptimo partido al Cloud exige un conocimiento profundo e interconectado, lo que lleva a muchas empresas a no realizar una apuesta decidida por la transición total.
Un reciente informe elaborado por la firma tecnológica NetApp revela que en España el 98% de las compañías opta por un proceso de adaptación a la nube gradual. El motivo no puede resultar más coherente, pues se prioriza la innovación en términos realistas y adaptada a las posibilidades presentes. Quizá por eso, tres de cada cuatro empresas de nuestro país optan en la actualidad por modelos operativos híbridos, que compatibilizan los entornos Cloud con los On-premise. En este escenario, el crecimiento del software bajo formato SaaS —modelo de pago por uso— sale fortalecido fruto de las ventajas del combo.
Dentro de este enfoque, el SaaS facilita que las empresas puedan acceder a software avanzado sin la necesidad de invertir en licencias costosas, pudiendo integrarse tanto en infraestructuras On-premise como con aplicaciones basadas en la nube. La experiencia de usuario puede resultar fluida y conectiva, aportando además ventajas significativas en términos de actualización y mantenimiento. Este último aspecto resulta valioso, en la medida en que la optimización se realiza de forma automática en el servidor del proveedor, facilitando que el usuario tenga acceso a la última versión sin que esto cause interrupciones en sus operaciones.
Aunque quizá el principal beneficio del enfoque híbrido tenga que ver con su flexibilidad. Las empresas pueden optar por mantener ciertas aplicaciones críticas en los entornos in house, preservando el control total sobre ellas, mientras aprovechan las capacidades escalables y accesibles del Cloud para otras aplicaciones. Esto permite que las organizaciones personalicen su infraestructura tecnológica de acuerdo a sus necesidades específicas. Los datos sensibles o sujetos a regulaciones estrictas, por ejemplo, pueden mantenerse bajo control en aras de cumplir con las normativas de seguridad, mientras se innova a través de la nube en otro tipo de herramientas.
Desde la perspectiva financiera, un entorno híbrido también puede llegar a resultar rentable en función de cómo se plantee. Las empresas pueden ver reducido su gasto en mantenimiento de hardware físico y pagar solo por los recursos Cloud que utilicen, pudiendo gestionar sus presupuestos de manera más eficaz y ajustada.
Por otro lado, no se puede dejar de obviar la variable de la seguridad cuando se trata de innovación tecnológica. Uno de los grandes retos de la gestión de infraestructuras TI tiene que ver con la necesidad de asegurar la supervivencia del negocio frente a contingencias como el fenómeno creciente de los ciberataques o posibles fallos que puedan generarse en los sistemas. En este aspecto, los modelos híbridos ofrecen una doble vía en cuanto a opciones de recuperación. Los ficheros sensibles almacenados localmente pueden tener copias de seguridad en la nube y viceversa.
Por todo ello, la combinación de entornos On-premise y Cloud se presenta como una opción que permite aprovechar las ventajas ‘de ambos mundos’. Y también potenciar la capacidad de adaptación de las organizaciones a escenarios de crecimiento diferentes a los tradicionales, que exigirán innovar de forma sostenible en no mucho tiempo. Para muchas empresas, en definitiva, este enfoque dual no representa una simple tendencia, sino una estrategia de negocio que impulsa la resiliencia a través del equilibrio y el control de todo lo que sucede de puertas para adentro.