La nueva revolución digital llega cargada de oportunidades
La digitalización de la vida diaria es tan aplastante que actualmente en España hay unos 100.000 puestos de trabajo relacionados con lo digital sin cubrir. El mercado laboral no logra dar respuesta a la incesante demanda de perfiles adaptados a un ámbito que se ha convertido en imprescindible para casi todas las empresas. La cuarta revolución industrial -como muchos expertos ya la han bautizado- avanza imparable transformando los principales sectores productivos del país y también su mapa de trabajo.
Los perfiles profesionales que el mercado busca y no encuentra se enfocan principalmente en sectores como el del desarrollo de software, sistemas y ciberseguridad, según apunta la Asociación Española para la Digitalización. Puestos cualificados, pero a la vez muy necesarios para que las empresas puedan ser competitivas en el incipiente ecosistema de la inteligencia artificial, la robótica y la automatización de procesos.
La tecnología evoluciona a un ritmo vertiginoso y las empresas necesitan adaptarse a los cambios casi a la misma velocidad. Los empleos digitales permiten avanzar en los procesos de innovación de sectores tradicionales como el turismo, el transporte, el agroalimentario o el financiero, dando paso a nuevos productos y servicios que permiten abaratar costes, ser más eficientes y adaptarse mejor a las necesidades de consumo.
La consecuencia más papable de esto se observa, por ejemplo, en el hecho de que el sector tecnológico genere hoy la cuarta parte de la riqueza nacional, tal y como señala el último informe Sociedad España 2023 de la Fundación Telefónica. Resulta evidente que la tendencia tendrá una influencia más arrolladora a lo largo de los próximos años.
Existe una gran oportunidad laboral para los miles de jóvenes que quieran focalizar su futuro en la formación tecnológica. Los datos de Eurostat nos muestran que el número de especialistas en Tecnologías de la Información aumentó en la Unión Europea un 57,8% entre 2012 y 2022.
Las características de estos empleos, además, presentan ventajas competitivas importantes. Su vocación híbrida, que permite combinar el trabajo en remoto con la presencialidad, los hace muy atractivos de cara a una mejor conciliación familiar y unas retribuciones económicas superiores a la media española.
Sin ir más lejos, LinkedIn publicó recientemente un estudio con los 25 empleos más demandados para las empresas en 2023 y los de mayor retribución eran empleos puramente tecnológicos. Un arquitecto en la nube senior, por ejemplo, gana de media 50.000 euros brutos anuales, aunque puede alcanzar los 70.000 fácilmente. Y un especialista en ciberseguridad puede alcanzar los 66.000 euros, según la plataforma. También destacan los analistas de datos y los analistas web, con salarios que pueden superar los 60.000 euros brutos anuales.
En este contexto, el binomio entre universidades y empresas tecnológicas emerge como un factor clave de cara al futuro: necesitamos colaborar conjuntamente para fomentar el talento y seguir siendo competitivos en un mercado global. Tenemos que ir de la mano para que a largo plazo no dependamos tecnológicamente de otros países.
No conviene olvidar un detalle: en un futuro que parece dominado por la inteligencia artificial, los automatismos y lo digital, el rol de las personas será cada vez más relevante en lo estratégico. Las habilidades intangibles, siempre decisivas, difícilmente podrán ser sustituidas por procesos robotizados. A fin de cuentas, la empatía, la intuición basada en la percepción y el liderazgo seguirán emergiendo como variables fundamentales para el desarrollo de los equipos de trabajo y para que las organizaciones no pierdan su foco humano.